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Presentación:
Presentación:
Los distintos géneros de manga/anime han sido articulados por su filiación a una estética que por concreta y repetitiva los ha hecho identificables, sobre todo, fuera de Japón. La dulzura de sus personajes se vincula inevitablemente con la delicadeza de los rasgos de la Lolita adaptada a un proceso de infantilización. A propósito de este género se puede problematizar la forma en que la industria del consumo de imágenes y los diseñadores de Style se valen de la aparente sumisión femenina a un ideal de elegancia y delicadeza, una estética prescrita a las japonesas por códigos de belleza y conducta (confucionistas y budistas) que dan lugar a esta particular apariencia física cortesana-new-look.
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 El manga/anime ha operado como productor de fenotipos que sirven para 
conducir a la mujer, idealizada, por diferentes espacios que marcan una 
identificación sociocultural. La niña desvalida como tipología ideal se 
presenta en personajes de cualquier edad en diferentes contextos. La 
estatización de la mujer dentro de los límites de un argumento permite 
el control sobre la proyección de un deseo, muy masculino, sobre lo que 
debe ser una dama. 
 Lo
 anterior viene apoyado por una percepción masiva de que la belleza debe
 ser así, kawaii, en todo momento. Los dibujos tiernos, amelcochados, 
con bordes redondeados y colores pastel, inspiran la ternura que desea 
disfrutarse en las criaturas femeninas que, por no existir en la vida 
real, se desean intentando modelarlas desde la historia de manga/anime. 
 
 Kawaii
Historia:_ Todo Kawaii
Anteriormente,
el uso del término kawaii se usaba solo para describir la ternura de
un bebé o de un animal, cosas que son consideradas como
“auténticamente kawaii”. Pero, en la actualidad, el uso se ha
ampliado a cualquier tipo de cosas. El fenómeno de lo kawaii se
presentó por primera vez durante la década de 1960 con la aparición
de juguetes en forma de animales de peluche. Hacia 1967, apareció en
el mercado japonés la muñeca Rika-chan, cuya apariencia tierna
captaba la atención de las niñas.
El
término comenzó a tener aceptación entre los adultos durante la
década de 1980. Anteriormente, la norma social en Japón entre los
adultos era ser y actuar de manera madura, para enfocarse en la
productividad económica del país. Cuando Japón alcanzó la cima de
dicho objetivo, la presión social de actuar con madurez dejó de
tener efecto. Las mujeres fueron las que usaron el término por
primera vez de manera limitada para referirse a cualquier cosa
bonita.
Los
adultos comenzaron a desinhibirse con el término kawaii con la
aparición de los nameneko en la década de 1980: Un fenómeno que
mostraba a gatos vestidos como gamberros bōsōzoku (banda de
motociclistas, generalmente adolescentes mayores, que viajan por las
carreteras ignorando las reglas de tránsito). Debido a que muchas
mujeres consideraban a los bosozoku como atractivos, y a la
asociación de los gatos, el fenómeno nameneko generó un
sentimiento común de ternura y graciosidad. Poco a poco los varones
también comenzaron a emplear dicho término en una situación
similar.

Hacia
1983 y 1984, la esencia de lo kawaii comenzó a tener mayor
aceptación. Revistas femeninas, y luego revistas masculinas, se
enfocaron en destacar el papel del varón que debía asumir lo que su
pareja quería. Eso implicaba que el hombre debía considerar que
todo lo kawaii era importante. Entre las mujeres jóvenes
universitarias y recién empleadas era común que se expresaran con
tres frases en boga: ¡Uso! ¿De verdad?) y ¡Kawaii!  Eran conocidas
humorísticamente como las san-go-zoku   (“fanáticas de las tres
palabras”). La cotidianeidad de la palabra ¡Kawaii! llegó a un
extremo en que una universidad femenina en Tokio intentó prohibir el
uso de la palabra en el campus.
Pabellón
con mercancía de Sanrio en Madrid. Hello Kitty se ha convertido en
un ícono de lo kawaii en Japón y en varios países del mundo.
También
durante la década de 1980 surgió uno de los principales iconos de
lo kawaii: Hello Kitty. Perteneciente a la compañía Sanrio, era una
pequeña gatita que había sido creada originalmente en 1974,
apareciendo en diversos productos para niñas a partir de 1975, y que
había tenido una fugaz popularidad que duró hasta 1977. La
principal razón de su caída era que siempre aparecía con la misma
postura: de frente, con el cuerpo hacia los dos lados, las piernas de
lado y perfilada con líneas gruesas. Hacia 1980 fue reinventada
cambiando su diseño, con la ayuda de las sugerencias de las niñas y
chicas que eran las principales clientes. Se la dibujó sin las
líneas gruesas para darle un aspecto más suave y se le varió su
postura. Hacia 1985, Hello Kitty apareció abrazando a un oso de
peluche y causó un gran éxito. En los años siguientes los clientes
exigieron un aspecto más maduro a la gatita, apareciendo una versión
en tonos blanco y negro e indicando que las fanáticas de Hello Kitty
seguían siendo fieles con el paso del tiempo.
 
A partir de la experiencia de Hello Kitty, lo kawaii adquirió una connotación comercial más destacable durante el resto de la década de 1980. Las empresas comienzan a crear productos con diseños que tuvieran en cierto modo un grado de ternura y encanto. No importaba en qué tipo de producto, ya fuera en juguetes, aparatos electrónicos o inclusive en coches. Por ejemplo, en 1987 se lanzó el Nissan Be-1, y tuvo grandes ventas debido a su estética kawaii, con un aspecto curvilíneo.
Hacia
la década de 1990, ocurrió un cambio interesante. Las empresas que
presentaban productos con características kawaii se quedaron sin
ideas. Lo kawaii sería retomado por los otaku (fanáticos del anime,
los videojuegos y de los ídolos musicales). Para los otaku,
cualquier cosa considerada kawaii era seguida por el público con las
mismas ideas. Dentro de la cultura otaku se ha redefinido y se ha
ramificado sobre lo que es kawaii. Para una persona común puede
considerar alguna cosa como “graciosa”, pero un otaku lo describe
como kawaii. Sin embargo, para algo que comúnmente se puede
considerar como kawaii (bonito), un otaku lo describe con otro
término: moé.
 
Moe también moe o moé, literalmente “brote”) describe la euforia que le inspira un personaje animado favorito o por los ídolos musicales. Esta euforia le genera un sentimiento de valoración, opuesto al sentimiento de relajación y ternura que causa sobre algo tradicionalmente kawaii. Tal como su sentido literal, lo moe expresa un sentimiento de adoración que “brota desde dentro”.
La
percepción de lo kawaii ha tenido en los años más recientes una
presencia en todas las instancias, inclusive en la gubernamental. En
2006, el Primer Ministro Shinzō Abe, al asumir el cargo, describió
su visión de Japón como “un país hermoso” a través de cuatro
principios: un país que valora su cultura, tradiciones, medio
ambiente e historia; un país que se basa en una sociedad libre que
respeta la disciplina y que tiene dignidad; un país que continúa
poseyendo la vitalidad necesaria para crecer hacia el futuro; y un
país que es digno de confianza, respetado y amado en el mundo, y que
demuestra capacidad de liderazgo.
En
febrero de 2010, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón
designó a tres representantes de la cultura popular japonesa (una
representante de la moda lolita, una representante de la moda de
Harajuku y una representante de la moda escolar japonesa) como
"Embajadoras Kawaii" con el fin de exponer al mundo esta
tendencia.

El
 kawaii es la noción estética que atraviesa transversalmente a los 
géneros. El vocablo inicial kawayushi, simplificado en los diccionarios 
posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se nutriría de nuevos matices 
paralelos al desarrollo de la cultura industrial japonesa en el resto 
del siglo. La infantilización de los diversos personajes femeninos del 
manga/anime pasaría por la aplicación de esta ternura (que denota 
también una actitud soñadora, melancólica, cariñosa y desvalida) incluso
 a los argumentos menos compatibles, como los de las heroínas de 
historias de acción y drama como Escaflowne o Millenium actress.

El
 kawaii funciona como un binomio de impulsos que se sustentan en la 
admiración de lo que es bello por ser tierno y no al revés: consiste en 
la exclamación de un alegría admirativa (“mira qué lindo!”) y en deseo 
espontáneo (“lo quiero!”) en una dirección contraria a la de la belleza 
que por su majestuosidad provoca una necesidad de posesión. Si esta 
belleza monumental exige veneración, la ternura, el kawaii, solicita 
cariño. Este circuito aplica para el diseño de los personajes del 
manga/anime, instituyéndose como su motor estético, que se aleja del 
estilo infantil reproduciendo artificiosamente la dulzura de la 
infancia, recargándola para precipitar su efecto. 
 A
 principios de la década de los ochenta se acentuó, gracias al 
manga/anime, la popularidad de las colegialas japonesas como modelo 
nacional del ser kawaii como vehículo para la extensión indefinida de la
 infancia y la adolescencia. Entonces empezó a pensarse en estas chicas 
como los nuevos íconos de la mujer japonesa ajustados a los referentes 
pop de fin de siglo. 
 El
 género Shojo (para chicas) se creó para narrar las historias de sus 
vidas en revistas y series orientadas, como resultaría obvio, a un 
público femenino que se transformó en una legión de seguidores 
masculinos.
 
 
 
 Figs.
 1 y 2.- Sailor Moon es el ejemplo más clásico del desarrollo del shojo 
como un montaje argumental del kawaii, convirtiendo a este en un 
referente estilístico consagrado. True tears es otro ejemplo, más 
reciente, del tratamiento que el género da a la mujer: una criatura 
kawaii perfecta cuya vida podemos tomar prestada para sentirla parte de 
nosotros, de nuestros deseos personales por un ser adorable y decente.
 La
 admiración por estas damitas se convirtió en una vía para la posesión 
de los elementos más entrañables de su personalidad. En eso consistirá 
la incidencia de los personajes en el imaginario masculino a través de 
un proceso de personificación de los dibujos del manga/anime, 
integrándolos a una vivencia vicaria que depende en su esencia del 
argumento narrado. La noción de personificación, explica la estudiosa de
 género Jennifer Saul, consiste en tratar a objetos y representaciones 
como personas vivas. La relación personal, imaginal, con el manga/anime y
 sus historias y personajes implicará así una relación sexual, por 
simbólica, entre personas y cosas, entre seres humanos y papeles 
impresos o imágenes en pantalla.
 
 
 
 Este
 uso de los distintos soportes materiales implica en consecuencia, 
aunque siguiendo una nueva ruta, la cosificación de las mujeres. La 
diferencia entre géneros argumentales indica los niveles en que discurre
 la fantasía, algo que trasciende las distintas edades de sus mujeres. 
Una manifestación práctica del kawaii en el desarrollo de las historias,
 ya no sólo de su estética, es la conducta burikko-suru, infantil y 
saltarina en sus movimientos, de hablar engolado, haciendo uso lo mismo 
de diminutivos que de hipérboles. 
 El
 Magic Girl no ha tenido mucha publicidad como género independiente, 
pues es difícil que no se le identifique dentro de esfera del shojo. Sus
 motivaciones, si bien más específicas podrían confundirse con 
cualquiera de estos argumentos: las heroínas luchan contra el mal con el
 poder del amor. 
 La
 aplicación del elemento kawaii a las historias de fantasía o ciencia 
ficción las vuelve más plásticas y asequibles mediante la ternura como 
un componente que los acerca más al mundo real de los consumidores.

 Las
 chicas temerarias y alegres exponen aquí una de las virtudes más caras 
de la infantilización: la capacidad de cambiar/salvar al mundo mediante 
la fuerza salvífica de la inocencia. Con independencia de sus 
habilidades o su inteligencia, estas chicas son adoradas por lograr, en 
su pequeñez, hazañas inspiradas por la pureza-casi-divina por la que se 
desearía conservarlas protegidas de los retos y angustias del mundo 
exterior. Las jovencitas y mujeres, mágicas por obra de su exquisita 
feminidad, son admiradas en acción como si se observara al microscopio 
el efecto de una cepa de penicilina.
 
 
 
  Nota.
 Magic Knight Rayearth y Card Captor Sakura, series llenas de acción que
 ajustaron las historias fantásticas a la estética kawaii para volver 
más dulce cualquier escenario dramático o angustiante propio de una 
novela de aventuras.
 
 Ahora mismo, mientras redacto este texto, leo la noticia del
 arresto de un hombre que asaltó en un distrito tokiota a dos peatones 
vistiendo una botarga de Winnie The Pooh. Aislado o no, un suceso 
ilustrativo del colorido de un país en donde cada ministerio de Estado y
 empresa privada cuenta con una mascota kawaii que es más conocida por 
el público que sus titulares. Como "debe ser". 
 Trascendiendo
 una estrategia mercadológica, el kawaii se utiliza como un acercamiento
 de las instituciones a los individuos, de por sí sujetos a ellas, para 
volver más íntima la dinámica de consumo, en una invitación a que el 
usuario se apropie de los productos haciéndolos únicos. Como en el 
manga/anime, muchas mujeres y jovencitas kawaii devienen ornatos a juego
 con la policromía feliz de los ambientes en los que se encuentran 
insertas.
 
 
El
 Lolikon, sin abandonar del todo el género hentai (manga/anime 
pornográfico) al que pertenece, puede reclamar por sus fueros y gracias 
al kawaii que la evocación del placer que produce visualizar una 
infancia feliz, bonita, será más importante que las fantasías pedófilas 
que en su mayor parte ha representado. Las niñas vueltas más niñas y 
desvalidas en sus imágenes, convocan la forma más extrema de la 
idealización de lo femenino que debe ser protegido para seguirse 
disfrutando. 
 La
 cosificación en clave de manga/anime es la infantilización. No hay 
lugar para la exaltación de la violencia machista por sí misma, pues ha 
de dársele prioridad a la tierna elegancia de sus víctimas, al menos en 
las producciones más agresivas de sexo hardcore del tipo de Lewd angels o
 Fractal underground studio.
 Las
 niñas aquí pasan por adultas en su plenitud sexual gracias a la 
fantasía del mundo infantilizado, táctica que nominalmente debe alejar 
al género de la pedofilia pura y dura. Buena parte del lolikon 
localizable en la Internet no incluye pornografía explícita, sino tan 
sólo situaciones que aún serían insostenibles en cualquier otro tinglado
 argumental desprovisto del auxilio del kawaii. Las niñas del lolikon 
obligan al resto del mundo representado a igualarse a ellas en su 
aspecto infantil que, por sexuado, demanda que la lindura reine para 
siempre en él para evitar que el lector las degrade a objetos, pues eso,
 en la lógica de sus historias, no sería bello. 
Las figuras femeninas infantilizadas aparentan ser un préstamo 
del mundo lolikon, pero en realidad representan la aplicación más 
inmediata del kawaii.
 
 
 El
 kawaii es bello, con independencia del manga/anime, porque pide la 
evocación acaramelada de vivencias que en muchas ocasiones no han 
ocurrido pero que se vuelven deseos de la transformación feliz de una 
vida. La cosificación a través del kawaii, por su parte, se convierte en
 la instrumentalización de la mujer para perpetuar su sumisión. La 
explicación de este fenómeno puede hallarse en las muecas y palabras de 
desprecio de aquellos hombres que acusan al kawaii de ser una 
mariconería absurda. Es entonces cuando la brutalidad, su justo reverso,
 se revela para cancelar su esencia. 
 - 
 
 
E-mail:
adolfovrocca@gmail.com    
 
Doctor
en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso;
Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de
Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética.
Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y
Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad
Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela
de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela
de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.
Profesor PEL Programa
Especial de Licenciatura en Diseño, UNAB – DUOC UC  –
En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y
Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. 
–Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación
Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo
Internacional de 'Konvergencias',
Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. 
Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista
Praxis –Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional
UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades
em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio
Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia
–Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del
Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica 
PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte
–Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias,
España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de
'Reflexiones
Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras
UNAM. –Editor Asociado de Societarts,
Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma
de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International
Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality,
publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro
Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia, 
Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM–
Universidad Nacional Autónoma de México.  –Miembro de la
Federación Internacional de
Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica. 
Director de Revista
Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en
Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. –
Profesor visitante Florida
Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo
Theoria – Proyecto
europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM.  Eastern
Mediterranean University - Academia.edu. Académico Investigador
de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad
Andrés Bello. –Investigador Asociado y Profesor adjunto de la
Escuela Matríztica de Santiago
–dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del
Consejo
Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista
conceptual. Crítico
de Arte. Ha publicado el Libro: Peter
Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización,
Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución
Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008. 
Invitado especial a la International Conference de la Trienal
de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011.
Traducido al Francés - Publicado en la sección  Architecture
de la Anthologie: Le
Néant Dans la Pensée Contemporaine . Publications du Centre
Français d'Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions , París, © 
2012 
Adolfo Vásquez Rocca
Etiquetas:
Adolfo Vasquez Rocca Ph. D,
Antropología,
Arte Conceptual,
Arte y Filosofía,
Estétca,
Filosofía,
Filosofía y literatura DanoEx, Kawaii, 
 
 
 
  
  

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